Subconsciente, psicoanálisis y conductismo
No tengo formación de psicólogo ni de psiquiatra, es posible
que no dé ni una, pero si solo habláramos de lo que sabemos, la humanidad
quedaría muda. No he compartido nunca eso de dejar hablar solo a los expertos.
Nuestra vida es nuestra y tenemos derecho a equivocarnos por nosotros mismos.
Estaría bueno llegar a viejos y ver que otro la ha vivido por nosotros. Está
claro que en muchas ocasiones confías en un médico, por ejemplo, pero en otras
tú decides si te operas o no y si el médico es legal o solo quiere sacarte la
pasta.
Sin embargo sí tengo autoridad para hablar de mi propia
experiencia:
Pasé casi dos años yendo a un hospital, sometido a ciclos de
quimioterapia. Cuando pasó el tratamiento y volví a poner un pie en la escalera
del hospital, no había manera de evitar los vómitos. Yo sabía positivamente que
ya no había más ciclos, que la medicación y el peligro habían pasado, pero daba
igual, las náuseas eran inevitables, no creo que estuviese reprimiendo nada, la
causa era cristalina. Tardé un año en reprogramarme. Incluso cuando pillaba un
constipado, volvía a estar enfermo la semana entera que duraba el ciclo. Sabía
que solo era un constipado, pero durante una semana volvía a vivir un ciclo de
quimio completo. No había razones que me convencieran. De hecho yo estaba
convencido de que era absurdo, pero eso nunca me evitó pasar el mal trago.
De volver una y otra vez al hospital, de hacer de tripas
corazón y "tirar palante", conseguí al final entrar en el hospital
sin sufrir más incomodidad que el coñazo que supone pasarte mañanas y tardes
enteras esperando y la tensión de un lugar que te sorbe las energías. Me sigue
sorprendiendo que con tal de justificar recortes, piensen que vamos por
vicio...
En aquel momento hice mi propia interpretación, leyendo
posteriormente he ido viendo que no andaba muy desencaminado:
Pensé que era como si dentro de mí hubiera un niño pequeño,
un niño al que no llegaba, como suele ocurrir con los niños, que tú les das
razones y ellos solo te miran a los ojos y aunque le digas que el cole es muy
divertido, aquello no cuela. Tuve que enseñarle al peque que ir al hospital no
implicaba necesariamente ponerse a parir y cuando él se fue convenciendo,
decidió que tampoco era para tanto y dejó de vomitar.
Más tarde me enteré que esto es algo parecido al tratamiento
de las fobias y también empecé a oír hablar del consciente y ese cerebro
reptiliano, animal, de ataca o huye al que yo había llamado niño.
Cuando empecé a bucear volví a enfrentarme con él. Mi parte
consciente estaba encantada de estar debajo del agua, pero al peque no le
gustaba ni un poquito. La noche de antes de la primera inmersión no dormí, pero
no estaba dispuesto a ceder ante un niño. Al final medio lo he educado y aunque
algún temor tiene, que por otro lado no viene mal, disfruta del fondo del mar.
Pero como decía Sinué el Egipcio, "mi medida aún no
estaba colmada...". Me ha tocado vivir situaciones mucho peores que la
quimioterapia, en las que parece que te tienes que sentar a ver qué coño haces,
a ser tu espectador, en las que no tienes ningún control sobre ti mismo, que
encima te atacas por lo que haces y que no puedes evitar. El sentimiento es
como si estuvieras matando a alguien, que quieres para más inri... y no puedes
escaparte. Estamos acostumbrados a responsabilizarnos de nuestros actos, cuando
alguien mueve tus hilos, el desconcierto es brutal.
En esas situaciones somos los primeros ignorantes, no
tenemos ni idea de qué intenciones tiene el chiquillo ¿qué le ha asustado? Los
psiquiatras hablan de shock, un trauma reprimido. Yo no comparto necesariamente
la represión, puede ocurrir que sea algo que tu parte consciente ha incluso
digerido, porque has toreado en muchas plazas y ya tienes oficio, pero que ha
dejado al chiquillo destrozado. Tú lo
has encajado pero tu muñeca no. Las reacciones son desproporcionadas y
completamente fuera de la lógica, nadie te entiende y si tú estuvieras bien
tampoco lo harías. Solo puedes ver los efectos, estos quizá te den pistas de
por dónde pueden ir sus intereses; solo tendrás eso pistas. La desconexión es
total entre el consciente y el subconsciente, es el terreno del psicoanálisis, de
buscar una aguja en un pajar, de estudiar al extraño que vive dentro de ti y
con el que no te hablas.
El conductismo es más práctico, sabe que el niño está ahí y
es incontrolable; cuenta con sus travesuras y espera que el tiempo y la razón
pongan paños calientes. Da igual el origen, el objetivo es parar los síntomas,
reeducar al chiquillo con paciencia. Aun así, es más expeditivo que el
psicoanálisis. Quizá suene a poca cosa, pero muchas veces no vas a averiguar
mucho más y más vale eso que nada. Encontrar el verdadero origen estaría muy
bien, si no fuera porque a veces es casi imposible. Por otro lado, incluso
diagnosticado el problema, digamos que has desarrollado una fobia por el shock
H, no te va a ser más sencillo, vas a seguir sin voz para llegar al niño.
Estarás en la misma situación que si no supieras cuál es el origen, tendrás que
luchar y enfrentarte a ella, demostrarle que no va a pasar nada, pelear y
esperar a que se dé cuenta por sus medios. En los casos que hay un componente
de culpa si te va a permitir quizá comprender y ahorrar atacarte y machacarte,
que es el punto sin retorno.
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